No hay respuesta si la sal derrota un fuego
irracional y desgastado,
cuando el idioma es imposible
porque ha vomitado en los bolsillos del anonimato y el silencio.
Si la lengua nocturna tan elocuente y ácida cuando se asusta
pudiese hablarle al trueno, al vértigo
al diminuto inicio de un argumento incógnito...
Pero no hay réplica cuando ocurre el enfado
y tizna los velos grises sobre signos de interrogación.
No, no hay veredicto
sólo anestesiadas fundas para el juicio y su origen
un racimo de mentiras irrefutables demorándose
un ademán solitario, sin dicción, errante
para sumir en miel caliente
mi caligrafía plomiza,
y sus heridas.
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