lunes, 31 de diciembre de 2012

CON PÉTALOS APRETADOS EN DOCE MESES PARIDOS


 
 
 
He amado la caricia suave en el color del tiempo
la fiesta de innumerables recuerdos, la edad sonora.
Abrí la plegaria, sentí el luto, inmóvil un milagro sonó falaz y afligido
cuando alrededor de la tristeza acechaba la alegría.

Suave, enamorada, dulcísima
una brizna de muerte me hizo guiños,
me llamó angustia, me colgó del cuello intrascendencias,
pero he amado desprendida y anegada
porque las horas de aquella cama han partido.

Quizás respiré mis lágrimas bajo la noche
comencé a amordazar uno a uno los suspiros
y dispuse el corazón a parir ríos con aguas despaciosas,
linfa que canta
que danza
alma de nadie con la inocencia brillante en los ojos.

Cuando dejé de existir la eternidad fracasó conmigo
cuando no me percibieron, degollé soledad y esperanza
y alumbré con piedras candentes flores transfiguradas.
Ya medí largamente la sangre en veneno con hilos de arena
con pétalos apretados en doce meses paridos.

He amado y amar he querido,
ya no hay miedos vacíos, no hay conciertos prohibidos,
llamo y me reconozco, evoco
comprendo
sueño, acaricio (lo de-más, es lo de menos),
¿por qué?...
“Y yo qué sé”, he respondido.

 

Liz Barrio

Diciembre 31, 2012.

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