Amar la tentación simple y suave
clandestina
la sutileza discreta y el temblor en los labios
sobre el aliento que sonríe.
Ahí, donde estás, en la orilla de un beso
acerada
la caricia es llama inevitable
y el calor vibra y la palabra suspira.
Amar, sí. Amar la trascendencia
que madruga sin nostalgias primaverales
que ilumina los insomnios férreos y ateridos
aquel dulzor latiendo amoroso
para besar la metamorfosis incomprensible.
Es hermoso el atardecer sin memoria
cuando el embrujo de amar
pule sed y sueños
y la savia del pulso maltratado
no hiende abecedarios
porque lleva infinitud la estrella húmeda
del beso amante y sabio
poblando mi boca.
Liz Barrio
Mayo 9, 2013
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