Admito desdibujar la simpleza de esta lágrima
palpar el sosiego ruboroso cuando mi voz
cierra su lluvia y vuelve al alma y tus pupilas.
Busco entonces el recóndito brillo de paz
el nocturno cristalizado a la espera, siempre a la espera.
Tú no despiertas.
Cada uno de los miedos tendrá soluciones fugitivas
crecientes imperfecciones dónde omitir el silencio
evocaciones que presientan la palabra andrajosa.
Y entonces…
reconoceré mis labios minerales
y el grito recostado
dulcemente
en la herida imperdonable.
Liz Barrio
Agosto-27-2013.
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