Hace frío en esta hora, estamos hambrientos los tristes del
mundo.
Las manos lejanas, los rostros sordos, en vilo y a la sombra
del polvo
soledades en la multitud silenciosa se revelan descarnadas.
Se derraman torrentes de gritos y en su desnudez
los ancianos preñan su melancolía,
los niños reparten espejos y pan,
pero hace frío y huele a pájaros llorando música.
No había anochecido tanto como ahora, nunca antes
los corazones estuvieron tan “a punto de morir”.
Alegres, los ególatras y las envidias rozan espíritus sin alumbrar
y la verdad reparte puñetazos escupiendo siniestras
esperanzas.
¡Oh, paisajes atónitos!, ya no sienten la ebullición de su
belleza.
En su sangre sólo edades inalcanzables
júbilo en la tumba
regueros de la luna oscura.
Saltos vacilantes, tensiones, convulsión en esta hora…
La hora.
Liz Barrio
Septiembre, 20, 2013
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